El Barri Gòtic es el corazón del casco antiguo de Barcelona. Encontraremos parte de la antigua muralla romana, la necrópolis y una notable concentración de hermosos edificios medievales que datan principalmente de los siglos XIV y XV, cuando Barcelona llegó a la cumbre de su prosperidad. El Barri Gótic, el que fuera el núcleo de la primitiva Barcino romana y medieval es hoy en día el corazón de la Barcelona del siglo XXI. Podemos pasear por las callejuelas medievales, los restos de la antigua Barcino romana o simplemente sentarnos en una mesa de los cafés de las hermosas plazas del barrio.
En la plaza de la Seu, delante de la Catedral, cada sábado a las 18 horas bailan Sardanas, el baile tradicional catalán. En la misma zona, en la peatonal Avenida Catedral hay un mercado de antigüedades todos los jueves y se celebra una feria navideña en el mes de diciembre. Desde aquí se ve la muralla romana del Siglo I a.C., que estaba originalmente en este lugar, antes de incorporarse los edificios medievales posteriores.
Una de las torres romanas del siglo IV, sirvió como base para el edificio de la Pia Almoina, ahora Museu Diocesà. Cuenta con una impresionante colección de arte religioso y tesoros de iglesias de los alrededores de Barcelona. Al otro lado de la Catedral, adosada a la muralla romana, encontramos La Casa de l'Ardiaca, que fue la residencia del arcediano de la catedral desde el siglo XII. Del siglo XVI, es el patio central con soportales y la decoración renacentista. Dentro se pueden ver los restos arqueológicos de la primera muralla romana, del siglo I a.C. En la puerta de entrada hay un buzón realizado por el arquitecto modernista Lluis Domenech i Montaner cuando reformó el edificio en 1895 para ser sede del Colegio de Abogados. Desde 1921 la casa alberga el Arxiu Historic de Barcelona.
La Catedral de Barcelona, construida sobre el sitio previamente ocupado por un templo romano y después una basílica cristiana primitiva, se inició en 1298 y terminó en 1448, con excepción de la fachada principal de estilo neogótico, que se completa a finales del siglo XIX. La catedral está dedicada a la segunda patrona de la ciudad, Santa Eulàlia. La parte más famosa de la catedral es su magnífico claustro, con palmeras y trece gansos blancos.
El Palau Episcopal, comenzó a construirse a finales del siglo XII, aprovechando parte de la muralla romana. En 1784, Josep Mas, completó el patio y la fachada que da a Plaza Nova. En esta plaza, junto a la reconstrucción de parte del acueducto romano, dos torres circulares flanquean la entrada principal a la ciudad romana, que circulaba por la actual calle del Bisbe. Las torres y la muralla tienen su origen en los siglos I a.C. y IV d.C. y fueron reformadas en el siglo XII. Al otro lado de la plaza, en el edificio del Col·legi d'Arquitectes, podemos observar los frisos diseñados por Pablo Picasso en 1960 y realizados por el noruego Carl Nesjar.
La antigua Barcino, la Barcelona romana, se rodeó con una muralla defensiva en el siglo I a.C. En la primera mitad del siglo IV d.C., Barcino se volvió a fortificar con una segunda muralla, pegada a la anterior, con 76 torres de defensa. Esta muralla se mantuvo como defensa de la ciudad, hasta la época medieval. En la Barcelona actual, todavía se conservan diversas torres y tramos de esta muralla romana. Algunos son visibles desde la calle y otros permanecen ocultos por los edificios construidos con posterioridad. Para contemplar los restos de la muralla, se puede recorrer la avenida de la Catedral, calle de la Tapineria, plaza de Ramon Berenguer el Gran, calle Sots-Tinent Navarro, plaza dels Traginers, calle Correu Vell, calle Regomir y la calle de la Palla. En la calle Paradis, en el interior del patio del Centre Excursionista de Catalunya, se pueden observar cuatro columnas del Templo romano de Augusto.
En la plaza de Sant Iu se encuentra el Museu Frederic Marès, que ocupa un ala del antiguo Palacio Real Mayor. Tiene un gran patio porticado lleno de naranjos, que es uno de los más románticos de Ciutat Vella y el Café d'Estiu es un lugar ideal para hacer una parada. Está abierto de abril a septiembre.
Muy cerca, la plaza del Rei, la zona más noble de la Barcelona antigua alberga la mayor concentración de edificios históricos del Barri Gótic y sus alrededores. Fue el patio del palacio de los Conde de Barcelona y da acceso al Palau Reial Major y a la Capella de Santa Agueda del siglo XIV. Es la parte más antigua de la ciudad y adquirió su carácter distintivo durante el período medieval, cuando Barcelona era una de las ciudades más importantes del Mediterráneo. En el transcurso de la historia, el área ha sido residencia de los Condes de Barcelona y Reyes de la Corona de Aragón. Cristóbal Colón fue recibido aquí por los Reyes Católicos, tras el viaje del descubrimiento de América de 1942.
Cierra la plaza del Rei la casa Clariana-Padellàs, trasladada aquí piedra a piedra en 1931 desde la calle Mercaders, con motivo de la apertura de la Vía Laietana. En esta casa encontramos el Museu d'Història de la Ciutat, que alberga en un subterráneo los restos arqueológicos de la ciudad romana de Barcino.
A cinco minutos a pie de la catedral, la iglesia de Santa María del Pi del siglo XIV, se sitúa en el centro de tres pequeñas plazas encantadoras. Quemada en 1936, y restaurada en la década de 1960, la iglesia cuenta con una puerta románica, pero es de estilo gótico. La plaza Sant Josep Oriol, es un lugar ideal para tomar un café al aire libre, escuchar a los músicos callejeros o pasear por el mercado de artistas del fin de semana. Los cafés de la calle Petritxol son el sitio perfecto para tomar un chocolate caliente, el más conocido es el de la Granja Dulcinea. También podemos visitar las galerías de arte de la calle. La más famosa, la Sala Parés, abierta desde 1884.
Detrás del Palau Episcopal encontrarás la romántica plaza Sant Felip Neri. Un lugar tranquilo que recordarás durante mucho tiempo. Antoni Gaudí caminaba hasta aquí todas las noches después de trabajar en la Sagrada Familia para oír misa en la iglesia del siglo XVIII que da nombre a la plaza. Hoy siguen visibles en la fachada de la iglesia la huellas del bombardeo de la aviación fascista de enero de 1938. En un rincón de la plaza, en el antiguo edificio del Gremio de los Maestros Zapateros, se encuentra el Museo del Calzado.
La plaza de Sant Jaume es el centro del Barri Gòtic. El sitio donde estuvo el foro y el mercado de la Barcelona romana, es ahora el corazón de la ciudad y alberga las sedes del poder político municipal y autonómico. El Palau de la Generalitat, sede de la Presidencia y del Gobierno de la Catalunya, tiene su origen en un edificio del año 1400, sobre el que se construyó un edificio gótico bajo la dirección del arquitecto Marc Safont. Posteriormente, desde el siglo XVI, el Palau se ha ampliado y transformado en diversas ocasiones. La fachada principal es de estilo renacentista, diseñada por el artista Pere Blai. La antigua fachada principal gótica de Marc Safont, se encuentra en la calle Ciutat. Enfrente del Palau de la Generalitat, al otro lado de la plaza, se encuentra la sede del Ayuntamiento desde hace siglos. En el año 1399 el Consell de Cent, consejo gobernante de la ciudad, encargó al maestro Arnau Bargués la construcción de la Casa de la Ciutat de estilo gótico. La fachada principal es de estilo neoclásico, obra de Josep Mas i Vila y se construyó en 1839, con la reforma de la Plaza de Sant Jaume. El portal gótico, antigua fachada principal, puede verse en el lateral que da a la calle Ciutat. En una esquina de la plaza, se encuentra un clásico de los bocadillos, Can Conesa. Es fácil localizarlo, por las largas colas que provoca.
Detrás del Ayuntamiento, la plaza de Sant Just es una joya medieval, uno de los rincones más poéticos de Ciutat Vella. Presidida por la Iglesia de Sant Just i Pastor, una de las más antiguas de Barcelona, se fundó en el siglo IX, aunque el interior se restauró en el siglo XIV. Si el tiempo acompaña, vale la pena sentarse en la terraza del Cafè de l'Acadèmia.
De todas las plazas de la vieja ciudad, la más popular entre los visitantes es la elegante plaza Reial, del siglo XIX, escondida detrás de un arco, justo al lado de la Ramblas. Construida en 1850 por Francesc Molina, la plaza está salpicada de palmeras altas farolas y una fuente que representa la Tres Gracias. A ambos lados de la fuente, hay dos farolas instaladas en 1879, que son obra de Antoni Gaudi. Los domingos por la mañana hay un mercado de sellos y monedas. En la cercana calle del Vidre está la Herborista del Rei. Una de las primeras tiendas de herboristería, del siglo XIX. Tienen más de 250 plantas medicinales destinadas a luchar contra todos los males.
Desde la calle Ferràn, sale el carrer d'Avinyó, que va hacia el puerto y termina en el cruce con el carrer Ample. Esta zona, cerca del puerto, conocida como el barrio de La Mercè, vivía la aristocracia del siglo XVIII y los mercaderes enriquecidos por el comercio marítimo de Barcelona. A finales del siglo XIX, la mayoría de familias se trasladaron a l'Eixample. Desde entonces, el carrer de la Mercè y las calles circundantes (especialmente Ample, Gignas y Regomir) son zona de antiguas tabernas o bodegas. Una vaso de vino de barrica y un plato de pescado frito en la bodega la Plata, es una de las experiencias más auténticas del casco antiguo.
En la plaza de la Mercè, la iglésia de la Mercè, del siglo XVIII, cada septiembre es centro de la celebración anual de las Fiestas de la Mercè. Dedicadas a la co-patrona de Barcelona, cuya imagen es sacada en procesión desde aquí. La iglesia fue incendiada en 1936, pero las capillas laterales, medallones y pinturas murales del ábside han sido restaurados. La plaza de la Mercé fue remodelada en el siglo XX en torno a la estatua de Neptuno, aunque la plaza más agradable de la zona, se encuentra a pocos metros. La vieja plaza de Duc de Medinaceli, construida en parte del antiguo convento de Sant Francesc, es obra del arquitecto Daniel Molina, el mismo que construyó la plaza Reial tiene en el centro un monumento de hierro fundido dedicado al almirante catalán Galcerán Marquet y está rodeada de típicas palmeras del siglo XIX barcelonés.