Al final de la Avinguda Pedralbes, se accede al Monasterio de Pedralbes subiendo por una calle empedrada que empieza bajo un pequeño arco. El monasterio de Pedralbes fue fundado por la reina Elisenda de Montcada, y su esposo, el rey Jaime II, a principios del siglo XIV. Albergaba una comunidad de monjas clarisas, formada en su mayor parte por hijas de nobles, que residieron allí de forma prácticamente ininterrumpida hasta el año 1983. Su primera abadesa fue la Abadesa Olzet. Una pequeña comunidad de monjas clarisas sigue residiendo en un edificio contiguo.
El perímetro del monasterio estuvo en un origen amurallado. De esta muralla únicamente se conservan dos torres de vigilancia y dos de las puertas que daban acceso al recinto. El edificio es una joya del gótico catalán, tanto por la iglesia como el impresionante claustro de tres plantas, el más grande del mundo y mejor conservado de este estilo. El claustro tiene una longitud de 40 metros, consta de dos galerías con 26 columnas a cada lado y un tercer piso con buhardilla. Los capiteles están decorados con el emblema de los condes de Barcelona y el de la casa de Montcada.
La iglesia conserva parte de las vidrieras originales del siglo XIV y en el presbiterio encontramos la tumba de la reina Elisenda, que esta divida en dos partes. La que da a la iglesia, donde aparece su imagen vestida como soberana, y la que da al claustro, donde se muestra como viuda y penitente. También destaca la Capilla de San Miquel en la que se pueden ver diversas pinturas de Ferrer Bassa. Realizadas en 1346, las obras muestran la influencia que recibió este artista del pintor italiano Giotto.
Dentro del monasterio, y en torno al claustro, se puede ver una serie de celdas de día, donde las religiosas se retiraban para su recogimiento personal. Completan la visita la sala capitular, la abadía, el refectorio, la cocina, las procuras, el dormitorio y la enfermería (uno de los ejemplos mejor conservados de edificio hospitalario de la época moderna - Siglos XVI-XVII).
El Monasterio de Pedralbes, además de su valor como conjunto arquitectónico, permite, gracias a los objetos y obras de arte que presenta, mostrar la vida monástica dentro del recinto a lo largo del tiempo y ayuda a comprender la vida de clausura de la comunidad hasta el año 1983, cuando el monasterio se convirtió en museo.
En 1993 una zona del monasterio fue cedida a la ciudad para albergar parte de la colección pictórica Thyssen-Bornemisza, hasta que en 2004 dicha exhibición se trasladó al MNAC.
En la sala del antiguo dormitorio de las monjas, se puede visitar la exposición «Los tesoros del monasterio», que presenta obras de arte, mobiliario y objetos litúrgicos reunidos por la comunidad durante siete siglos. Además de las exposiciones permanentes «Plantas, remedios y boticarios», en el claustro del recinto y la muestra «Detrás de los muros del monasterio: 700 años de una historia en femenino» en la antigua enfermería.
Un espacio privilegiado que invita a la calma y la reflexión, en una de las zonas más tranquilas de la ciudad.