El cementerio del Poblenou está situado en el barrio del mismo nombre Barcelona y fue inaugurado por el obispo Climent en 1775. Es el primer cementerio de la ciudad que fue construido fuera de la Barcelona medieval. En 1813 fue destruido por las tropas napoleónicas y en 1819 fue reconstruido, por el arquitecto italiano Antonio Ginesi, en el lugar que ocupa actualmente. Ginesi se inspiró en los cementerios tipo mediterráneo como el construido en Pisa a finales del siglo XVIII. El monumento central es el mausoleo dedicado a la memoria de las víctimas de la epidemia de cólera de 1821 que causó más de 6.000 muertes en Barcelona. En 1849, Joan Nolla, construye el recinto de los panteones de las clases acomodadas donde se concentra el trabajo de los arquitectos y escultores más conocidos de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Merece una visita para para apreciar la belleza de las obras de arte funerario que contiene. La obra más conocida es la escultura "El beso de la muerte".
Normalmente las esculturas de arte funerario son alegorias de ideas o figuras religiosas. En el caso de esta escultura, hecha en 1930, los Llaudet, una acaudalada familia de Barcelona que en los años treinta perdió a uno de sus hijos en plena juventud, encargó al taller de Jaume Barba una escultura para su tumba. Debía representar los siguientes versos de Mossèn Cinto Verdaguer:
Mas su joven corazón no puede más;
en sus venas la sangre se detiene y se hiela
y el ánimo perdido con la fe se abraza
sintiéndose caer al beso de la muerte.
La escultura representa a la muerte, en forma de un esqueleto alado, sin guadaña, dando un beso en la frente de un hombre joven. Es una escultura hermosa que atrae y repele, una obra fascinante que muestra resignación, dolor, desgracia, erotismo, entrega .... A nadie deja indiferente.
Se dice que la escultura inspiró la película El séptimo sello, de Ingmar Bergman.
