La Ribera se utiliza habitualmente para referirse al barrio denominado oficialmente como Sant Pere, Santa Caterina y La Ribera.
El barrio de Sant Pere y Santa Caterina debe su nombre a las numerosas instituciones religiosas que había en la zona, de las que solo se conserva la iglesia de Sant Pere de les Puelles. Todavía mantiene la estructura medieval de calles estrechas, que albergaron industrias textiles.
En la zona más cercana al mar, se encuentra el barrio de La Ribera, antigua Vilanova del Mar. Ya en el siglo X había un núcleo habitado cerca de la playa en torno a una iglesia llamada Santa Maria de les Arenes (hoy, Santa Maria del Mar). Con el esplendor del comercio marítimo del siglo XIII, el núcleo se fue consolidando y concentró la mayor parte de los oficios de la ciudad, como lo demuestra los nombres de las calles de Argenteria, Esparteria, Sombrerers,
Mirallers, Abaixadors, etc.. El desplazamiento de las grandes rutas marítimas del Mediterráneo al Atlántico contribuyó a la decadencia de este barrio. En 1714, después de la conquista de Barcelona, Felipe V ordenó la destrucción de una parte importante del barrio para construir una ciudadela militar con el objetivo de vigilar la ciudad.
La edificación medieval fue sustituida a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, por las fábricas textiles que se instalaron en la zona. La demanda de mano de obra y viviendas la llevaron a ser una zona densamente poblada y fue causa de más de una epidemia. En 1835, se abre la calle Princesa y Sant Pere y Santa Caterina quedan separados del barrio de la Ribera, configurando dos realidades bien distintas.
El derribo de las murallas que rodeaban Barcelona y la creación del Eixample a partir de 1854, produjo un proceso de sustitución de los habitantes del núcleo antiguo que pertenecían a la clase acomodada por inmigrantes que ocupaban viviendas subdivididas y empeoraron las condiciones de vida. Las fábricas textiles también se fueron trasladando al Raval o fuera de las murallas. La zona renació después de la instalación del Mercado del Born, en 1876 y la Exposición Universal de 1888 en el nuevo Parc de la Ciutadella.
Durante la Semana Trágica, en julio de 1909, se quemaron muchos edificios religiosos como forma de protesta popular. En los inicios del siglo XX, el plan urbanístico que reformó Barcelona, dio lugar a la construcción de la Vía Laietana. Se derribaron más de 2.000 viviendas y afectó a 82 calles. Su apertura significó la división del centro histórico en dos barrios separados: el Barri Gòtic y Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera.
La Ribera ha vivido todo tipo de esplendores y desventuras, pero mantiene intacto su encanto medieval y esconde obras maestras de la arquitectura. Es hoy el barrio más bohemio de Barcelona, lleno de sorpresas y lugares por descubrir.
Puedes empezar por la calle Argenteria, llena de bares y restaurantes, que conduce a la imponente basílica de Santa Maria del Mar. Una muestra del gótico catalán, en el que dominan las líneas horizontales en la fachada, cubiertas con terrados, sin tejados y torres octogonales. El rosetón de la fachada principal es de mitades del siglo XV, el original fue destruido por el terremoto del año 1428.
La parte sur del barrio es conocida como El Born. Gira alrededor del Passeig del Born, sitio de la ferias y torneos medievales es ahora un paseo repleto de bares y tiendas de delicatessen. Es una de las principales zonas de vida nocturna de la ciudad. Al final del paseo, se encuentra el antiguo Mercat del Born, construido en 1876 sirvió como mercado principal de frutas y verduras hasta 1971. Actualmente en obras, se han encontrado en su interior restos de la ciudad del siglo XVIII. Está prevista su inauguración en Septiembre del 2014. Las boutiques y talleres de artesanía se esconden en las estrechas callejuelas abovedadas medievales a cada lado del paseo. Las calles Flassaders, Vidreria y Rec destacan por las tiendas de ropa, zapatos, joyas y galerías de diseño.
La calle Montcada, construida en el siglo XIV, fue hasta la creación de l'Eixample, el hogar de la gente más influyente y notable de la ciudad. Ocuparon amplias mansiones construidas en torno a patios centrales, desde donde subían las escaleras exteriores a las habitaciones de la primera planta.
Hoy en día, los palacios medievales de la calle Montcada se utilizan como museos, galerías privadas y tiendas de artesanía y regalos. Aquí es donde se encuentra el Museo Picasso, nacido en 1962 ocupa cinco palacios medievales renovados y rediseñados como un espacio y natural de exposición de las 4000 obras que tiene el museo . Casi en frente del Museo Picasso, en el número 12, en el Palau dels Marquesos de Llió del siglo XIV, se encuentra la terraza del Tèxtil-Cafè, un lugar tranquilo y sombreado en el patio de un palacio medieval. En la misma calle Montcada, está El Xampanet, un clásico de la zona típicamente catalán, donde sirven cava y anchoas.
El corazón de barrio de Sant Pere es el Mercat de Santa Caterina, cuya espléndida restauración ha respetado la fachada con los arcos y paredes perimetrales del antiguo marcado del siglo XIX y construido una nueva cubierta con miles de hexágonos de cerámica de vivos colores, que representan frutas y verduras. Durante las obras de renovación, se encontraron los restos del convento medieval de Santa Caterina que son visibles en la parte trasera del mercado. Conviene pararse en el restaurante Cuines de Santa Caterina, integrado dentro del mercado. Una alternativa es La Torna, también dentro del mercado, un horno que ofrece también la opción de probar cocina con productos de mercado.
Por la calle Corders se llega a la Plaza Marcus. Zona de hospitales y hostales en la edad media. En el siglo XII, Bernat Marcus construyó un hospital benéfico del que solo se conserva la Capilla d'en Marcus. Aquí se reunía el gremio dels troters, primer servicio de correos a caballo de Europa en el año 1187.
Cerca está la bonita y arbolada Plaza de Sant Agusti Vell, que tiene el nombre del antiguo convento del que solo queda una parte del claustro que se puede visitar por el portal de la plaza de la Academia. En la plaza de Sant Agusti encontramos el Bar Mundial, abierto desde hace más de un siglo, está especializado en pescado y marisco. Desde aquí podemos llegar a la Plaza Sant Pere, de forma triangular donde está la iglesia de Sant Pere de les Puelles, una de las más antiguas de la ciudad. Fue un convento de monjas benedictinas, del que solo queda la iglesia, que tuvo que ser reconstruida en el siglo XX, después de la Guerra Civil Española de 1936.
El Palau de la Música Catalana, es una sala de conciertos de estilo modernista, construida por el arquitecto Lluis Domènech i Montaner entre 1905 y 1908 para el Orfeo Català con la ayuda de algunos de los mejores artistas y artesanos catalanes del momento. Merece una visita aunque solo sea para ver el exterior y tomar un café en el Bar Foyer de la planta baja.
En 1869 la antigua ciudadela militar fue demolida y en su lugar se construyó el Parc de la Ciutadella. En 1888, el parque fue elegido para ubicar la Exposición Universal y los arquitectos modernistas de la ciudad, incluyendo el joven Gaudí, dejaron su huella en una serie de atractivos edificios y monumentos. En la actualidad sigue siendo el mayor espacio verde en el centro de la ciudad y un lugar muy popular para dar un paseo, especialmente los domingos. La única parte que se conserva de la antigua ciudadela militar, es el Arsenal. Muy reformado, desde 1980 está ocupado por la asamblea legislativa de Catalunya, el Parlament.
La atracción más popular de Ciutadella, es el Parque Zoológico. Creado en el siglo XIX, cuenta con 7.000 animales de 400 especies diferentes.