En 1906, la familia Recasens abrió una carnicería en un emblemático edificio modernista de un discípulo de Domenech i Muntaner, situado en la Rambla del Poblenou. Con el tiempo se convierte en una carniceria-charcuteria y quesería. Después de cinco generaciones, desde el 2003 es el Celler-degustación Can Recasens que conserva gran parte del estilo y decoración inicial.
Es un restaurante grande, pero a la vez pequeño, las mesas están por todos los rincones de esta tienda-casa reconvertida. La decoración del restaurante es preciosa, íntimo, acogedor con velas, estanterías, flores y mesas pequeñas distribuidas en varias salas.
Sirven productos delicatessen. Toda su carta, sin excepciones, es genial. Tienen quesos, embutidos variados, ensaladas, carpaccios, tostas... y buenos vinos. El surtido de queso que ofrecen es bueno y variado. Puedes comer una tabla de quesos catalanes, una torta del casar caliente o una fondue de queso francés, que acompañan con pan y con fruta fresca. Los postres son caseros, la tarta sacher y el tiramisú son una maravilla. Atención muy buena, excelente.
Podría ser el referente en Barcelona de quesos y embutidos con "pa amb tomaquet" sino fuera por los dos turnos de cena y las mesas tan pequeñas.
Si no quieres esperar, es recomendable reservar en el primer turno. Si no te importa y prefieres alargar un poco la sobremesa, mejor en el segundo.
Es imprescindible realizar reserva previa.